jueves, 20 de noviembre de 2008

analisis sociologico de LA CASA DE CARTON



Análisis Sociológico

La amigdalitis de tarzan

Nombre de la obra:

* La Casa de Cartón

Nombre del autor:

* Rafael de la fuente Benavides (Martín Adán)

Editorial:

* Ediciones Nuevo Mundo

Año de publicación:

* 1961

Lugar de publicación:

* Lima - Perú


BIOGRAFIA:

Rafael de la Fuente Benavides, (n. Lima, 27 de octubre de 1908 - m. 29 de enero de 1985), fue un poeta peruano, cuya obra destaca por su hermetismo y hondura metafísica. Es además considerado como uno de las grandes representantes de la literatura vanguardista latinoamerica.
Desde muy joven mostró dotes literarios, los que compartió con sus compañeros de clase: Emilio Adolfo Westphalen y Estuardo Núñez. A medida que pasó el tiempo, vivió con creciente estrechez económica y sufriendo un fuerte alcoholismo. Buena parte de sus últimos años los pasó en sanatorios, hasta su muerte en 1985.

Allen Ginsberg se mostró interesado en su obra y en él mismo. Aprovechando su paso por el Perú, con el objeto de conocer la ayahuasca, logró entrevistarse con Martín Adán.
La primera obra de Martín Adán fue la novela La casa de cartón (publicada en 1928), cuando el autor tenía solo 20 años, influenciada por el vanguardismo. Fue una de las mejores obras de la narrativa peruana de esa época y que destaca por su evocación del balneario de Barranco, con una trama apenas esbozada, que transcurre a través de cuadros de las vivencias y reflexiones de un joven. Por su temática y estructura narrativa innovadora, esta novela puede considerarse precursora de las del Boom Latinoamericano.
El resto de su obra está formada por su poesía. Ésta destaca por la gran profundidad de su reflexión filosófica, que suele hundirse en los misterios de lo eterno y lo trascedente, expresada a través de una sucesión de imágenes y metáforas (entre las que destaca siempre la rosa), de un carácter hermético y con claves simbólicas. Mezcló en sus poemas un uso novedoso del lenguaje con el cultivo de las formas poéticas tradicionales como el soneto. El tema de la realidad y la identidad es también común en su poesía.
Con su obra poética pretendía lograr una creación total (la poesía absoluta) y afirmar el poder divino y omnipotente del poeta creando realidades.
Poemarios:
La Rosa de la Espinela (1939)
Sonetos a la Rosa (1931-1942)
Travesía de Extramares (1950)
Escrito a Ciegas (1961)
La Mano Desasida, Canto a Machu Picchu (1964)
La Piedra Absoluta (1966)
Mi Darío (1966-1967)
Diario de Poeta (1966-1973)

ARGUMENTO DE LA OBRA


TIEMPO REAL:
En octubre de 1961, Luis Málaga fue invitado a participar en calidad de representante del AHML a la I Reunión Interamericana de Archivos, en Washington, obteniendo una copia microfílmica de la correspondencia diplomática y consular entre Estados Unidos y Perú durante el siglo XIX hasta 1912, así como de las llamadas “Squadron Letters” (correspondencia de guerra) relativas a los años que van entre 1879 y 1883

TIEMPO FICCIONAL: (fragmento de la obra)
Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras. Mi alma rusa de entonces, en aquel pueblecito de once mil almas y cura publicista, amparó la soledad de la muchacha más fea con un amor grave, social, sombrío, que era como una penumbra de sesión de congreso internacional obrero. Mi amor era vasto, oscuro, lento, con barbas, anteojos y carteras, con incidentes súbitos, con doce idiomas, con acecho de la policía, con problemas de muchos lados. Ella me decía, al ponerse en sexo: Eres un socialista. Y su almita de educanda de monjas europeas se abría como un devocionario íntimo por la parte que trata del pecado mortal.
Mi segundo amor tenía quince años de edad. Una llorona con la dentadura perdida, con trenzas de cáñamo, con pecas en todo el cuerpo, sin familia, sin ideas, demasiado futura, excesivamente femenina... Fui rival de un muñeco de trapo y celuloide que no hacía sino reirse de mí con una bocaza pilluela y estúpida. Tuve que entender un sinfín de cosas perfectamente ininteligibles. Tuve que decir un sinfín de cosas perfectamente indecibles. Tuve que salir bien en los exámenes, con veinte - nota sospechosa, vergonzona, ridícula: una gallina delante de un huevo-. Tuve que verla a ella mimar a sus muñecas. Tuve que oirla llorar por mí. Tuve que chupar caramelos de todos los colores y sabores. Mi segundo amor me abandonó como en un tango: Un malevo...Mi tercer amor tenía los ojos lindos, y las piernas muy coquetas, casi cocotas. Hubo que leer a Fray Luis de León y a Carolina Ivernizzio. Peregrina muchacha... no sé por qué se enamoró de mí. Me consolé de su decisión irrevocable de ser amiga mía después de haber sido casi mi amante, con las doce faltas de ortografía de su última carta.
Mi cuarto amor fue Catita.
Mi quinto amor fue una muchacha sucia con quien pequé casi en la noche, casi en el mar. El recuerdo de ella huele como ella olía, a sombra de cinema, a perro mojado, a ropa interior, a repostería, a pan caliente, olores superpuestos y, en sí mismos, individualmente, casi desagradables, como las capas de las tortas, jenjibre, merengue, etcétera. La suma de olores hacía de ella una verdadera tentación de seminarista. Sucia, sucia, sucia... Mi primer pecado mortal...
CONFLICTO MAYOR:

La muerte de Ramón, a la mitad del relato, marca un quiebre en el proceso de maduración del protagonista.

CONFLICTO MENOR:

Empezaba a vivir el servicio militar obligatorio una guerra posible, hijos, la vejez…

EL HEROE o HEROES:

En los personajes de la casa de cartón no se puede especificar uno solo pues habla desde una historia lineal
Los personajes en La casa de cartón
La casa de cartón tiene como personajes además del narrador, a Ramón, Manuel y Lucho, sus amigos más cercanos. Asimismo se menciona a un conjunto de personajes femeninos como Catita, Lalá, Lulú, Miss Annie Doll la señorita Muler y la tía de Ramón. En un momento desfilan rápidamente tres muchachas como “Mi primer amor…Mi segundo amor… Mi tercer amor…” También algunos personajes en los que apenas se detiene el autor como Sergio, o el inglés agente viajero mister Kakinson, o herr Oswald Terrer , un “alemán zapatonudo”.
La obra de Martín Adán fue y es difícilmente clasificable, recordemos que en su Prólogo Luis Alberto Sánchez augurará “ La Cada de cartón va ha convertirse en Casa de Orates para muchos críticos nacionales”. sin embargo, es innegable el trabajo en la construcción de algunos personajes, tanto que para Aurelio Miró Quesada (1929) “La casa de cartón es una novela de Barranco, con personajes y sin trama”
Pese a la dificultad señalada por Carlos Eduardo Zavaleta, encontramos a lo largo de la obra, un conjunto de retratos logrados a base de breves y salpicadas pinceladas que caracterizan a los personajes, como por ejemplo, Ramón el amigo del narrador - personaje: “…se puso las gafas y quedó más zambo que nunca de faz y piernas”. Sabemos de él que escribía un diario, que empezaba a vivir y se hallaba desolado: “Yo le soplé delicadamente consuelos pero no pude consolarlo; él jorobó las espaldas y arrojó la frente; sus codos se afirmaron en sus rodillas; él era un fracasado”. Imposible no recordar aquí el tema del fracaso, presencia constante en el narrador peruano Julio Ramón Ribeyro. Y como podemos observar, más que la exposición de un cuadro emocional, el personaje se va construyendo a partir de la percepción - presentación de gestos. Al final, y cambiando el tono humorístico que recorre la obra el yo narrador nos dice conmovido: “Bendito sea Ramón, el loco que me enseñó a ver el agua en el mar, las hojas en los árboles, las casas en las calles, el sexo en las mujeres” Para Antonio Melis “En su mundo se mueven seres abstractos, a menudo reducidos a perfiles. La técnica de la caricatura tiende a fijar los personajes en pocos rasgos que se proponen con frecuencia como motivo recurrente”
Sin embargo, es también cierto que de lo banal se lanza al análisis psicológico, observa Estuardo Núñez, mecanismo que hallamos en la presentación de muchos de los personajes, como es el caso de “Sergio…Tenía un nombre que no le convenía…un nombre sereno y casto. Era un muchacho de ojos porcinos que a veces, en las malicias, tenía miradas de simio”. El adjetivo inesperado - por ejemplo, nombre sereno y casto - ha construido la caracterización del personaje. O en el caso del inglés “cara larga de terracota, la nariz gruesa y alta; abajo una boca de fraile, inmóvil y sumida, con los labios dentro… ¿Poeta? …Nada de eso: agente viajero de la casa Dawson & Brothers”.
Personajes femeninos en La casa de cartón.
Curiosamente, en La casa de cartón, la bella prosa de Martín Adán, las mujeres no existen como seres autónomos. Ellas no son, sino en tanto observadas, imaginadas, atribuidas. Proyecciones en una sutil pantalla o una delicada acuarela. Adán “chiquilín colorado que pierde la cabeza en una juguetería azul” ha vivido todavía poco, ha sentido y visto sentir demasiado poco, casi nada. No puede entonces sino presentar representaciones de mujer. Ya estáticas o en movimiento casi sólo estampas.
Y sin embargo, son tan importantes que sin ellas no existiría el libro. Porque sin figuraciones de mujer no existiría la adolescencia masculina. Lo mismo cabe para la adolescencia femenina.
Sin “Catita, una cosa cualquiera y la contraria… Catita al fin y al acabo una linda muchacha, verdadera, viva, coqueta como ella sola… enamorada, catadora de mozos”, a La casa de Adán le faltaría parte imprescindible de su hermosísima poesía hecha de balbuceos, preguntas e imaginería adolescente.
Pero hay otras mujeres. “”Viejas beatas que huelen a sol, a humedad de toallas… a diablo, a ropa sucia”. O aquella “gringa medio loca ‘fotófoba” que estimula la imaginación del muchacho, “en cuanto haces pensar, gringa!”, y le hará decir: “Tú casi una mujer, el jacarandá casi un hombre”. En todo caso, esta mujer – al igual que otras- es vista de lejos y con una curiosidad infantil, tanto que compara: “El juguete era una atracción municipal. No se podía comprar, era de todos, absolutamente público. La ciudad y Miss Annie Doll”. Destaca la reiterada dicotomía “vieja erecta, del color del crespón”, en oposición a las jóvenes como Catita “dátil de palmera en el desierto”. Común a ambas caracterizaciones, la observación desde fuera. Y desde lejos.
En un momento de la obra, la voz del narrador adolescente realiza una descripción sumaria de sus amores y en ella se encuentran, significativamente, dos nociones. En primer lugar el humor juguetón de las caracterizaciones: “Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras”…”Mi segundo amor, una llorona con la dentadura perdida”. Y desde el primer personaje la idea de la suciedad y el pecado. La misma que aparece más poderosa al hablar de su quinto amor, cuando luego de reiteradas referencias olfativas “de aquella muchacha sucia con quien pequé casi en la noche, casi en el mar”, repetirá “sucia, sucia, sucia. Mi primer pecado mortal”.
Amores platónicos y urgencias sexuales se van entretejiendo con conceptos preconcebidos “señorita Muller, blusita parroquial y dedito índice muy cortés. Resignación cristiana a la soltería… Ramón se metió en el subconsciente de la señorita Muller.” Cuando habla de Lalá, nos dice: “Lalá me enseñó un pezón de uno de sus pechos… ya podía ser mi novia”. Y cuando aparece otro personaje femenino, Marina, también será contemplada desde lejos: “Marina cierra la ventana en camisa todas las noches, pero ello no es pecado, no es cierto?… Marina, piernas peludas”. Líneas arriba, se atormentaba: “Días terribles en que todas las mujeres son una única mujer en camisa”. Sexo que urge en las contemplaciones “Una chola bonita, con la cabellera dura, tersa, mojada… camina absorta, mirando como saltan sus pechos, cómo tiemblan, cómo saltan”. Como él dirá en alguna otra parte: “Hambre de la gran hembra”.
Aunque en diferentes pasajes existen interpretaciones de la mujer o lo femenino, quiero destacar el fragmento que se inicia “He recibido una carta de Catita”. Desde la primera frase se percibe un leve reproche unido al temor ante lo que desconoce: la mujer. El narrador nos dice: “es una carta larga, temblona, en la que una muchacha núbil tira de las orejas al amor con los dedos tan seguros, tan lentos, tan cirujanos que para la tortura tienen las mujeres desde los quince años hasta el primer parto.” Pasa luego a una digresión sobre las mujeres solteras y su longevidad: “son el terror de la muerte quien para llevarlas al otro mundo, tienen que luchar con ellas a brazo partido”. Sigue una exposición de un tipo de solterona que escapa a los moldes locales que la situaban en el ámbito doméstico dedicada a tareas delicadas y mujeriles. Una mujer soltera con intereses y actividades de otra naturaleza debía ser extranjera, es decir, una “solterona británica, experta en motores, un nombre raro y corto, unas manos secas y nervudas.”
En las frases finales, con candorosa altivez la voz narrativa (o su alter ego) advierte a Catita “Tu destino está aquí en la tierra, y yo siento un terrible deseo de arrojarlo al mar… Pero no, qué serías tú sin mi destino?”
Esta juvenil Eva deseada y que seduce como todo lo desconocido, nos es presentada como “brava catadora de mozos”. Y, para mayores señas, todos conocidos entre sí. “Todos nosotros hubimos de rodar la cabeza por sobre su pechito duro y redondo. Así, de este amor inevitable hacíamos una era… ‘Cuando yo enamoraba a Catita’… Pero era Catita quien nos enamoraba a nosotros”.
Seducción y temor. Eros jugando al escondite en la imaginación que se reprime y se desborda, siempre bellamente, ante el amor “que se escapaba entre los resquicios de la uña; que nos saltaba a la cara, que se depositaba en un recipiente, era sino luz densa, agua que se podía beber.”

COMENTARIO FINAL DE LA OBRA

Como se puede apreciar, La casa de cartón de Martín Adán (1928) es una novela corta donde el tratamiento de la prosa llega a momentos de lirismo comparable con el trabajo propio de la poesía, y en ella es fácil reconocer la postura vanguardista del autor que desafía las fronteras de los géneros.
El personaje - narrador nos va entregando impresiones más o menos hilvanadas en torno a la vida y la gente por parte de un adolescente observador acucioso. La creación de los personajes se muestra perfectamente coherente con la apuesta del autor respecto a estructura y estilo de narrar. En La casa de cartón la intención es mostrar “retratos fugaces” y corresponde a la concepción impresionista y vanguardista de la obra. Por ello los personajes son sumariamente delineados con la espontaneidad de una prosa lozana y la capacidad expresiva de la más alta poesía.
Aquí es importante referir que el autor empieza su escritura “a los dieciséis años” (Antonio Melis, 1993) y la obra se publica cuando tiene apenas veinte años. En esto podría residir la explicación de que la representación de la mujer en La casa de cartón esté marcada por el balbuceo del deseo unido al temor en tanto se trata de un mundo por descubrir. Y ello es tanto por la juventud del autor como porque el proceso de ese descubrimiento recién se empieza a dar a fines del siglo XX

Web que se pueden visitar para mas información:


http://www.munlima.gob.pe/biblioteca/archivo_municipal/hist_archivo%20historico/historia%20AH.htm

http://images.google.com.pe/imgres?imgurl=https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoTieysEhDfSRBbJR4wDWTpJqsDfnhGj10XILOIvGRTiZDbBx6XG5I4egS0-V3tlF4Y48chFrUnzzOj9UUUu_onUWh1TICF-89V_Gs3iGUzAuqQI3R_rzQ2t0nVjPpQvTe9COtxzIZn6M/s400/martin+adan.bmp&imgrefurl=http://babakitidido.blogspot.com/&usg=__1nyvQC2stgMcZ-l4WKTs70UNZOA=&h=322&w=225&sz=17&hl=es&start=2&um=1&tbnid=FBfb5CQjdBSexM:&tbnh=118&tbnw=82&prev=/images%3Fq%3Dla%2Bcasa%2Bde%2Bcarton%2Bmartin%2Badan%26um%3D1%26hl%3Des


http://images.google.com.pe/imgres?imgurl=http://www.elhablador.com/graficos/habla%252015/parra2.jpg&imgrefurl=http://www.elhablador.com/est15_parra1.html&usg=__r_Hnli6jL1ToO10qPcdX4DFhbO0=&h=245&w=170&sz=29&hl=es&start=16&um=1&tbnid=4-MIJrAfGDRC7M:&tbnh=110&tbnw=76&prev=/images%3Fq%3Dla%2Bcasa%2Bde%2Bcarton%2Bmartin%2Badan%26um%3D1%26hl%3Des


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De:

Mery Luisa Cahuana Rivera

Sociología

Primero A

OBRA: LA CASA DE CARTON

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